Las piedras, que en el camino, nos ayudan a fluir.

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Las piedras, que en el camino, nos ayudan a fluir.

Si le prestamos la atención debida desde el primer movimiento, el cuerpo empieza a comunicarse.

Cada uno de nosotros, desde su propia naturaleza y desde cómo ha construido, y construye su día a día, experimenta el movimiento de distintas formas. Principalmente, nuestros movimientos cumplen funciones que nos permiten sobrevivir y relacionarnos. El yoga, por su parte, coloca la respiración en un lugar primordial que de forma cotidiana no vemos, amplía nuestra posibilidad de movimiento físico y dirige la atención hacia nuestra versión más sutil: serena y comprensiva.

Movimiento, respiración y atención crean una sinergia, una tríada cómplice capaz de llevarnos al conocimiento y comprensión de nuestras fortalezas, potencialidades y limitaciones (la mayoría temporales).

Cada manifestación de aquella sinergia, de aquella tríada imperfecta y limitada, es la expresión de nuestra necesidad de cultivar la paciencia y la constancia. Las limitaciones físicas (con algunas excepciones) no deben entenderse como la manifestación de un cuerpo que no está adaptado al yoga, sino todo lo contrario: el yoga ayuda a que el movimiento fluya, a superar el estancamiento.

En la experiencia, las limitaciones que podemos presentar nos comunican un mensaje claro: "ve despacio, pero ve".

Algo que me encanta compartir de mi experiencia en el yoga, es que al no estar pendiente de buscar un resultado específico ni dominar la práctica como un objetivo final, cada pequeño resultado nos dirige hacia un nuevo comienzo. El cuerpo, por ejemplo, se va comunicando y en cada movimiento se lo percibe más suelto, no hay necesidad de forzarlo, solamente con pequeños y amables empujones de dedicación.

El cuerpo empieza a caer, por así decirlo, y se lo percibe más flexible; pero no es una flexibilidad estática, sino más bien dinámica, aquella que nos invita a ir hacia el siguiente nivel que bien podría ser un reto, aunque no es necesario mirarlo así. Recordando siempre que todo aquello no sería posible sin sus compañeros de camino.

En la expresión más profunda uno empieza a escuchar: "Vamos al siguiente nivel, vamos despacio, pero vamos"; tal como si quitáramos algunas piedras en el camino para que el agua pueda fluir mejor y pueda llegar más lejos, aún sin saber con certeza hasta dónde puede llegar.